Socorro Gomes discursa en contra de las bases militares extranjeras en Guantánamo

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En Guantánamo, Cuba, delegados de movimientos internacionales participan del V Seminario Internacional por la Paz y la Abolición de las Bases Militares Extranjeras, del 4 al 6 de Mayo. La iniciativa es del Movimiento Cubano por la Paz (MovPaz), el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP) y el Consejo Mundial de la Paz, en coauspicio con la Organización de Solidaridad con los Pueblos de África, Asia y América Latina (OSPAAAL), del Centro Martin Luther King Jr. y del Centro de Reflexión Oscar Arnulfo Romero. La convocatoria enfatiza que el encuentro debe apoyar la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, aprobada en 2014. Abajo, el discurso de la presidenta del CMP, Socorro Gomes:

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V Seminario Internacional por la Paz y la Abolición de las Bases Militares Extranjeras | Guantánamo, Cuba | 4 a 6 de mayo de 2017

Discurso de Socorro Gomes
Presidenta del Consejo Mundial de la Paz

Estimados compañeros y compañeras,

Es con gran satisfacción y compromiso que nos reunimos en Guantánamo, en continuación a la imprescindible iniciativa de este seminario, organizado por el Movimiento Cubano por la Paz y Soberanía de los Pueblos (MovPaz), en Instituto Cubano para la Amistad con los Pueblos (ICAP) y el Consejo Mundial de la Paz (CMP), en conjunto con la Organización de Solidaridad con los Pueblos de África, Ásia y América Latina (Ospaaal), el Centro Martin Luther King Jr. y el Centro de Reflexión Oscar Anulfo Romero.

Les agradecemos por el empeño de las organizaciones cubanas que nos reciben otra vez en Guantánamo y el compromiso de las delegaciones que han hecho el esfuerzo por participar de este evento presencialmente, o que manifiestan su apoyo a nuestra lucha común desde sus países. Sabemos que en el contexto de intensificados desafíos y obstáculos impuestos a los pueblos en todo el mundo, resistiendo a la opresión, los intentos de dominación, los golpes de Estado, a las guerras y a las agresiones, a la injerencia y a la crisis sistémica de efectos históricos, debemos concentrar esfuerzos y fortalecer nuestras acciones más urgentes, entre las cuales está la lucha en contra de las bases militares extranjeras.

Denunciamos reiteradamente que estas estructuras son puestos avanzados del imperialismo estadounidense – que tiene más de 800 instalaciones de este tipo em todo el mundo – y de potencias aliadas en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), una verdadera máquina de guerra.

En la Asamblea del CMP en 2016, en Brasil, hemos reforzado nuestro compromiso con la lucha en contra de las bases militares extranjeras y también en contra de la OTAN, cuya disolución vemos como urgente para la consolidación de la paz entre los pueblos, en anhelo por relaciones de cooperación y amistad, basadas en el respecto por la soberanía de las naciones.

Por eso, en la Declaración Final de nuestra Asamblea, destacamos la militarización del planeta como una de las principales amenazas a la humanidad, con la diseminación de bases militares por el imperio y la expansión de la OTAN como algunas de sus expresiones, además de la modernización de los arsenales nucleares y el incrementado presupuesto militar de las principales potencias.

Más especificamente, denunciamos, en el texto, que “EE.UU. Manitenen 865 bases militares en aproximadamente 130 países, para donde destacaron 350 mil soldados equipados con armas, aviones de guerra, misiles y buques de guerra de los más avanzados. Eso representa el 95% de todas las bases militares extranjeras del mundo e incluye bases estadounidenses en todos los continentes y regiones.”

Además de eso, denunciamos que “las potencias hegemónicas aún amenazan la vida en el planeta con sus armas nucleares y otras armas de destrucción masiva instaladas en bases militares del sistema EE.UU. – OTAN”, reafirmando la urgencia y necesidad de nuestra lucha en contra de las dos amenazas.

Tenemos claro que el objetivo de Estados Unidos es saquear y controlar los recursos naturales de los países, además de intimidar a los pueblos y asegurar gobiernos sumisos al imperialismo.

Por eso es imprescindible nuestra denuncia de la instalación de la base militar de Estados Unidos en Guantánamo aún en 1903 y la imposición de la Emenda Platt, a través de las cuales el imperio ha impulsado su política de dominación de América Latina y Caribe, extendida para todo el mundo.

A lo largo del siglo 20, la política intervencionista del imperialismo estadounidense ha destruido las democracias que nacían para implantar, a través de golpes, las dictaduras militares y el terrorismo de Estado en el continente. Herramientas de ésta política fueron, coordinados por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) y otros instrumentos, como la Escuela de las Américas y la Operación Condor, responsables de la tortura y asesinato de miles y miles de patriotas y revolucionarios latino-americanos.

Por eso, desde Guantánamo, nos reunimos seguidamente para reafirmar nuestra oposición resoluta a estas expresiones y estes puestos avanzados por el mundo, de las Malvinas hasta Japón, de Guantánamo a Djibuti, en un continente africano ya devastado por las guerras imperialistas y neocolonialistas.

La instalación de nuevas bases militares y la apertura e otras bases operativas avanzadas (FOL) en América Central, en el Mar de Caribe y en Sudamérica y, desde 2008, la reanudación de la Cuarta Flota Naval de Estados Unidos en el Atlántico Sur, son piezas del mismo juego.

Los EE.UU. y las oligarquías nacionales aliadas en Latinoamérica están en plena ofensiva para imponer políticas reaccionarias y conservadoras en la región. En este contexto, los EE.UU. han logrado el acuerdo de Argentina gubernada por Mauricio Macri para la instalación de dos nuevas bases militares, una en el Ushuaia y otra en la triple frontera con Paraguay y Brasil, cerca del vasto Acuífero Guarani.

En Brasil, cuyo actual gobierno ilegítimo es dominado por una camarilla golpista – en contra de la democracia y del país – Michel Temer busca reanudar negociaciones con Estados Unidos para la concesión de la base espacial de Alcantara, no apenas contribuyendo para la expansión de la presencia militar estadounidense en la región como también vendiendo la soberanía brasileña y su autonomía sobre su programa espacial, que estaría sometido a los intereses estadounidenses.

Los EE.UU. también han ampliado su presencia en América Central, creando una “unidad especial” en la base militar de Palmerola, Honduras: la base aérea Soto Cano, que cuenta con aproximadamente 600 soldados norte-americanos y donde funciona da Fuerza Tarea Conjunta “Bravo”, del Comando Sur estadounidense, bajo el pretexto de promover la cooperación securitaria y hasta humanitaria en toda América Central y América del Sur. El histórico de ésta Fuerza Tarea remonta a la década de 1980, cuando los EE.UU. apoyaban los Contras de Nicarágua y las fuerzas responsables del genocídio en Guatemala, por ejemplo, además de las denúncias del apoyo al golpe en contra del presidente de hondureño Manuel Zelaya en 2009.

Son pocos los países de América del Sur y Central que se pueden decir libres de la presencia militar extranjera instalada en sus territorios. Además de los adidos militares de EE.UU. presentes en todos los países – como mínimo uno en cada – hay bases extranjeras em las Malvinas ocupadas (de la OTAN), en Colombia (de los EE.UU.), en Chile, Guayana Francesa (de Francia), Antigua y Barbuda, Bahamas, Belice, Costa Rica, Guantánamo, El Salvador, Granada, Guadalupe, Honduras, Jamaica y Martinica (de OTAN), México, Panamá, Puerto Rico y República Dominicana, entre otras.

Según el investigador argentino Atílio Borón – recién ofendido por las autoridades de la inmigración mexicana a mando de los EE.UU. al visitar a Méico – hay casi 80 bases militares estadounidenses instaladas en América Latina y Caribe. De acuerdo con Borón, Peru es el país que más tiene bases militares estadounidenses en el continente (nueve) y el único que autorizó a la Cuarta Flota de los EE.UU. a usar tres puertos para reabastecerse. En Colombia, a su vez, hay siete bases militares de los EE.UU., que también tienen derecho a utilizar todas las otras. El investigador apunta, así, que el país más cercado es Brasil, por las 25 bases militares en los países vecinos, incluso las del Reino Unido, pero utilizadas por Estados Unidos, en las Islas Ascensión y Malvinas (cerca del vasto campo petrolífero brasileño).

De ahí la importancia de nuestro encuentro persistente en Guantánamo, que tiene 117 km² de su territorio usurpados por la base naval estadounidense, donde también está instalado, contra la voluntad popular cubana, el centro de torturas que aún detiene alrededor de 40 personas, “sospechosas”, dicen, de involucrarse en redes terroristas.

En resuelta solidaridad con el pueblo cubano, reiteramos, firmes, la demanda irreductible por la retirada de la base militar y el centro de la tortura estadounidense de Guantánamo, que desde hace más de un siglo ve violada su soberanía por el imperialismo. Esto y toda la política de amenaza regional va en contra de la Proclamación de América Latina y el Caribe como una zona de paz en 2012 por la Comunidad de Estados Latinoamericanos Caribeños (CELAC).

En la proclama se establece el principio de que la paz es un bien supremo y un deseo legítimo de todos los pueblos. Ello refleja la conciencia de los líderes de Nuestra América que su preservación es un elemento sustancial de la integración regional, un valor y principio común de la CELAC, una condición para el desarrollo y el progreso social y hasta mismo la condición para la supervivencia de la humanidad.

Una vez más, la propagación de bases militares del imperio en todo el mundo es la expresión inversa de este esfuerzo. Vivimos un período de amenaza de guerra generalizada y de proporciones sin precedentes, en la que muchos pueblos han experimentado la tragedia de la agresión, las intervenciones militares, invasiones y de la guerra imperialista en Oriente Medio y África, donde millones de víctimas de las más brutalex atrocidades buscan escapar sólo para lanzarse a la suerte en los viajes precarios y riesgosos o en campos de refugiados para esperar a la “bendición” de los países que les deberían acoger y proteger, de acuerdo con sus compromisos y de acuerdo con los principios que rigen las relaciones entre los pueblos, países a menudo responsables de su calvario.

Como bien señaló MovPaz en su llamado a participar en este seminario, fortalecemos nuestra lucha en un tiempo de amenazas agravadas a nivel regional e internacional. Intensifica la militarización del planeta, la construcción de nuevas armas convencionales y nucleares, la instalación de sistemas antimisiles estadounidenses y la realización de ejercicios militares anuales en la región de la Península de Corea – también más amenazada por la posición ofensiva de EE.UU., como denunciamos –, la expansión y la ampliación de la OTAN y de la puesta en práctica de una estrategia militar de EE.UU. a Asia.

Al mismo tiempo, las provocaciones contra Rusia han instigado nuevos focos de conflicto en Europa del Este y Siria, devastada, pero resistente, entra en su sexto año de guerra, donde la interferencia imperialista y el avance de los grupos terroristas fortalecidos por las estrategias de desestabilización regional de los EE.UU. y sus aliados han matado a miles de personas y obligado a millones a huir.

No se puede pasar desapercibida, tampoco, la base militar de Estados Unidos en Djibouti, en África oriental, una de las mayores estructuras de este tipo del Pentágono, instalada allí desde 2001, bajo el pretexto de la lucha contra el terrorismo. Djibouti, cuya población no llega a un millón, está habitada por al menos seis grupos de fuerzas extranjeras – Estados Unidos, Japón, Italia, Reino Unido y Francia, la antigua potencia colonial. De la base “Camp Lemonnier”, antes utilizada por la Legión Extranjera francesa y dónde hoy los EE.UU. mantienen aproximadamente cuatro mil oficiales, se lanzan operaciones en la Península Arábica y el Norte de África – por ejemplo, los ataques con drones en Yemen y otras operaciones encubiertas, según los mismos medios occidentales.

En Japón, con más de 80 bases y otras instalaciones militares de Estados Unidos, la protesta de los habitantes de la isla de Okinawa demostró que es posible derrotar a esta amenaza. Una quinta parte de su territorio estaba bajo control militar de Estados Unidos, donde están desplegados casi la mitad de los 50.000 soldados estadounidenses, pero los EE.UU. finalmente volvieron más de cuatro mil hectáreas de la isla al pueblo japonés debido a las protestas. La lucha es continua, sin embargo, ya que Japón es visto como “parte” esencial en los intereses geoestratégicos de los Estados Unidos en Asia.

También debemos seguir denunciando la propagación de estos puestos avanzados del imperialismo en Europa, donde las bases de los EE.UU. y la OTAN son abundantes, albergado incluso a docenas de armas nucleares estadounidenses, a través del programa de “intercambio nuclear”, en Turquía, Italia, Bélgica, Holanda y Alemania, mientras que la alianza beligerante sigue avanzando hacia la frontera de Rusia bajo el pretexto de “garantizar la seguridad” del continente. Además, el reciente bombardeo estadounidense de Siria, en clara violación del derecho internacional, se utilizó de éstas bases europeas.

Todo esto suma, como destaca el Instituto Internacional de Estocolmo de Investigación para la Paz (SIPRI), a la cifra de 209,7 mil millones de dólares facturados por las empresas de armas de Estados Unidos en 2015, cuando el país también invertió 595 mil millones de dólares en el sector militar – más del doble del segunto gasto, de China, de 215 mil millones de dólares.

Necesitamos seguir informando de que el mantenimiento de una amenaza generalizada por el imperialismo estadounidense, que se afirma en el papel de policía mundial, es costoso a sus víctimas, a las naciones que arrasa o desestabiliza y a los pueblos de todo el mundo, porque perpetúa una lógica beligerante de violación de las soberanías nacionales, de interferencia en los asuntos internos de las naciones, hinchando el gasto en la guerra mientras los pueblos luchan por la paz, el desarrollo y el progreso de la humanidad.

Por lo tanto, la lucha permanente del Consejo Mundial de la Paz y otros movimientos por la paz se fortalece en la solidaridad entre los pueblos y en la firme resistencia en contra de las amenazas del imperio. En defensa de la soberanía y en el rechazo contundente, determinado, a la propagación de las bases militares extranjeras en todo el planeta, recusamos una orden imperialista de amenaza y achaque, el chantaje, el saqueo y la desestabilización.

Para agradecer una vez más las organizaciones cubanas que crearon las condiciones para el éxito de este evento, saludamos al heroico pueblo cubano y sus dirigentes, que participan en la lucha contra el bloqueo en enormes esfuerzos para el progreso económico del país, en defensa de las conquistas sociales de su Revolución, y el progreso de su sistema de gobierno y modelo de desarrollo económico y social.

En esta ocasión, cuando elevamos nuestra voz en contra de las bases militares, estas puntas de lanza del belicismo y la política intervencionista del imperialismo en el mundo, también expresamos nuestra solidaridad con el pueblo venezolano, golpeado por las fuerzas oscurantistas y violentas, y su amenazada Revolución Bolivariana, baluarte de la paz, de la integración de los pueblos y de la lucha por la soberanía en América Latina.

Los pueblos, unidos, van a derrotar a las máquinas de guerra y puestos avanzados del imperialismo en su lucha por la justicia, la libertad y la paz.

Fín a las bases militares extranjeras y el imperialismo!

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